Del escritor Alemàn-S.Zweig
EL ROL DEL GENIO MUSICAL EN EL SAGRADO ACTO DE LA RECREACION DE LAS OBRAS DE LOS GRANDES MAESTROS
Toda tentativa de obtener la figura de un genio musical del elemento efimero de la mùsica re-creadora para conservarla en la materia mas constante de la palabra, tiene que llevar involuntariamente algo mas que la mera biografìa de un gran mùsico. El que trata de evidenciar el servicio que un ser humano presta al genio de la mùsica y el poder màgico que gana sobre toda comunidad humana, describe en primer termino una acción moral.
Jamàs se preocupan estos guardianes de las sagradas formas originales de la mùsica por u8n detalle, siempre por el todo; nunca por el èxito superficial, siempre por la posiciòn interior de la fidelidad para con la obra.
Un magnifico triunfo personal sobrepasa, en su caso, al espacio musical y se convierte en victoria superpersonal de la voluntad creadora sobre la fuerza de gravedad de la metria, en demostraciòn gloriosa de que aùn en èpocas disueltas y quebradizas un artista siempre consigue realizar el milagro de la perfecciòn.
Es inùtil hacerles ver, recordarles, avisarles que lo absoluto no es, en verdad, accesible dentro de nuestra esfera terrestre y que aùn la voluntad màs grandiosa no alcanza sino una extrema aproximaciòn a la perfecciòn, lo que es atributo ùnicamente de Dios y no del hombre; dificilmente reconocerian esta sabia conformidad; para ellos no existe sino lo absolutoen el arte.
Cuando estos genios re-creadores de la mùsica quieren llegar a lo imposible, es inimaginable que ellos queden cansados, indolentes o inactivos, cuando se hallan bajo el imperio de la fuerza elemental que que de ellos emana. Con la potencia de una descarga agranda, cocmo quien dice, el volumen sencitivo mùsical de cada persona fuera de la medida en vigor hasta entonces; parecerìa que aumenta las fuerzas y posibilidades de la obra en cuestiòn y, casi dirìase, aùn del instrumento muerto. Extraen de cada partitura lo mas recòndito y secreto, son exigentes con si mismos, se imponen un fanatismo por la obra, una supertenciòn de la voluntad y de la capasidad como artistas antes nunca experimentados con igual intensidad y acaso no la vuelven a alcanzar despuès.
Los conciertos pùblicos que muestran al artista, al virtuoso de su profesiòn, al director, al solista, al triunfador, son cuasi una entrada al conquistado imperio de la perfecciòn . Pero en los ensayos, en sus estudios privados, donde se asiste a la lucha decisiva por ella; solo en ellos comprèndese el valor y la furia del arrebatadoluchador que hay en ellos. Soñadores despiertos , soñadores laboriosos, presas del aislamiento y de la concentraciòn del artista creador y reproductivo.
Solo aquel a quien ha sido dado presenciar una vez esa lucha por la perfecciòn puede apreciar lo heroico de estos artistas y conocer el precio de la prefecciòn que el pùblico ya admira en ellos como algo natural. Pero nunca se alcanza la suprema grada del arte si lo mas dificil no impresiona como lo mas natural y lo perfecto como lo normal.
Cuando se ve a uno de ellos de noche en la sala repleta, mago y dueño del publico, ese triunfo parece obtenido sin trabajo. Pero en verdad el genio artìstico musical jamàs considera ninguna misiòn como enteramente solusionada, y lo que el publico admira como definitivo, ya se ha convertido para èl de nuevo en problema. Sabe que nada esta hecho para siempre y que cada prefecciòn debe recrearse y reconquistarse de hora en hora. El arte es una lucha eterna, nunca es un fin, sino siempre un comienzo.
Gracias a estos genios de la mùsica y al caràcter inflexible de ellos se ha obrado el milagro de obligar a millones de seres a sentir la herencia gloriosa de la mùsica como el valor mas vivo del presente.
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